Seis hombres
una mujer
O la metáfora del desamparo
Berta Lucía estrada
Jerónimo Santos, el
personaje central de Seis hombres una mujer, es un derrotado de la vida, náufrago
de la existencia. Un hombre atormentado hasta lo indecible que navega, más bien
naufraga, por los mares ignotos de la desesperanza, del olvido, de la añoranza,
de la morriña. Viaja en pos de una quimera, en pos de una mujer que solo existe
en su memoria obnubilada y enfermiza; él la crea y él la destruye, él la posee
y a través de él la poseen sus amigos que comparten también su ebriedad. Es un
hombre que se deja arrastrar por los convencionalismos de su casta social, la
familia, la esposa, los hijos, el puesto de funcionario amargado, el mismo que
olvidó sus sueños, que dejó atrás lecturas y autores que en algún momento le
abrieron puertas, ventanas que daban al infinito; un infinito que se cerró en
una noche sin estrellas y sin luna, la noche de su existencia oscura, carente
de sentido y de futuro.
Las
mujeres de Pardo son mujeres soñadas, etéreas, invisibles, y aún así dejan una
huella indeleble, una huella por la que los hombres que las aman caminan por el
resto de sus vidas.
El
lenguaje es poético, tiene el sello, la impronta que caracteriza todo el trabajo
de Pardo.
Seis
hombres una mujer es un libro filosófico. Hurga en el soledad del hombre
contemporáneo, del hombre que se sabe solo, de ese hombre que mira la eternidad
sabiendo que él es finito; por eso mismo siente la pesadumbre aposentarse en su
espalda y hundirlo en la cárcava que es su propia existencia; esa existencia
inane, absurda, incoherente, vacía; esa existencia que conduce a la nada y por
ende al pavor de saberse mortal y solo en un mundo en el que él no tiene
guarida; sabe que el calor de la llama aumenta su frío y que la flama solo
alumbra para que penetre más en la oscuridad del desamparo.
Jerónimo
Santos, y por supuesto sus compañeros de farra y desventura, es una metáfora
del hombre contemporáneo, del hombre que ya no sueña, o si lo hace es a través
de la nebulosa del alcohol; como el Cónsul, el alter ego de Malcolm Lowry, en Bajo
el volcán, ese otro personaje atormentado y derrotado por la vida, perdido en
su propio laberinto; un laberinto sin Dédalo, sin hilos de Ariadna, sin alas
para salir volando por alguna ranura.
Y
como Lowry, Jerónimo Santos, en compañía de sus amigos, camina como un
funámbulo por la cuerda floja, siendo consciente que pronto caerá al vacío, al
igual que él su única pértiga son dos botellas de licor, una en cada mano;
éstas, en vez de lanzarlo al vacío que tanto anhela, evitan su caída, tal vez
porque saben que no hay red que detenga el salto al vacío. No en vano el libro
abre con un epígrafe de Walt Withman: Si no me encuentras no te desanimes; si
no estoy en aquel sitio búscame en otro. Te espero… en algún sitio estaré
esperándote.
Pero,
¿cómo se espera a una sombra? ¿cómo se encuentra a la sombra que alguien ha
creado de sí mismo? ¿cómo se materializa la presencia fantasmagórica que un
beodo pare para sí mismo? ¿cómo alcanzar los sueños que surgen de las
pesadillas del alcohol para luego perderse en la desmemoria, en el olvido?
Podría
decirse que Santos es el personaje que más tarde se convertirá en Hendrik
Joachim Pfalzgraf, el pianista que llegó de Hamburgo, y por supuesto en Carlos
Arturo Aguirre, el carpintero del barrio Egipto. Me refiero a los dos
personajes centrales de El pianista que llegó de Hamburgo y La baronesa del
circo Atayde, las dos primeras novelas que dan inicio a la saga El quinteto de
la frágil memoria. En Santos y sus amigos ya está la simiente de un recuerdo
del futuro, léase de un espejismo que dibuja el croquis de la mujer ideal, de
la mujer única; esa que solo existe cuando se han bebido varias botellas de
alcohol y a las que se acaricia en el duermevela de la dipsomanía, para luego
despertar en las mañanas frías en una cama sucia y abandonada hace mucho tiempo
por el cuerpo de una mujer cualquiera; porque ya ni siquiera son capaces de ir
tras las huellas que las mujeres reales dejan cada noche de desvarío en el
pavimento eternamente húmedo de las calles bogotanas. Santos y sus amigos de
farra son el alter ego de esos otros dos fracasados y derrotados que aparecerán
más de veinte años después en la saga a la que hago referencia.
En
otras palabras Jorge Eliécer Pardo logra hacer de su narrativa un universo en
el que indaga siempre sobre la fragilidad de la condición humana, sin olvidar
por supuesto su marca mayor: reflejar y contar la historia colombiana, al menos
la historia que ha sacudido a este país en los últimos sesenta años.
Y
es que a través de la metáfora del desamparo, de la soledad, Pardo hurga en el
infierno de la violencia social y económica para mostrarnos la violencia que
cada ser humano vive al interior de su propia caverna; otra forma de hablarnos
del fracaso del ser humano, de su incapacidad de amar y de comunicarse con los
otros, sobre todo consigo mismo.
Seis
hombres una mujer, es el relato del autoengaño, de ese mar ignoto en el que los
seres humanos navegamos creyendo que al día siguiente encontraremos una tabla
de salvación, cuando en realidad nos internamos cada vez más en el laberinto de
mares insondables, ese mar al que los griegos solían ver a veces como un
abismo, como las puertas del averno; allí donde ya no hay más caminos y donde
la posibilidad del regreso no existe.
Estudios: Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana; Maestría y Diploma de Estudios Profundos (DEA) en literatura, en la Universidad de la Sorbona (París - Francia); Especialización en Docencia Universitaria en la Universidad de Caldas; Diplomado en Historia y Crítica del arte del Siglo XX y Diplomado en Cultura Latinoamericana.
Librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad.
Nueve libros publicado: La ruta del espejo, poesía, Editions du
Cygne (Francia - 2012, en edición bilingüe); Náufraga Perpetua, Ediciones
Embalaje - Museo Rayo, 2012; ¡Cuidado! Escritoras a la vista..., ensayo
literario sobre la mal llamada literatura de género; ... de ninfas, hadas, gnomos
y otros seres fantásticos, Ensayo.
Docente universitaria en las áreas de lengua francesa,
literatura hispanoamericana y francófona en la Universidad de Caldas;
conferencista internacional y profesora invitada en universidades de Brasil y
Panamá.
Ha dado recitales de poesía en Colombia, Brasil, Francia,
Panamá, Polonia, Canadá y Alemania.
Integrante de Ia Asociación Canadiense de Hispanistas y del
Registro Creativo, fundado por la poeta argentino-canadiense Nela Río.
Premios literarios:
Primer Premio Nacional de Poesía 2011 Meira del Mar, realizado
por el Encuentro de Mujeres Poetas de Antioquia, con el libro "Endechas
del Último Funámbulo", basado en la vida y obra de Malcolm Lowry. Premio
Especial, fuera de concurso, Ediciones Embalaje del Museo Rayo-2010, con el
ensayo poético "Náufraga Perpetua", ensayo poético sobre la vida y
obra de Virginia Woolf. 2o puesto en el Concurso Nacional de Poesía Carlos
Héctor Trejos Reyes-2011. 4o lugar en el XXVII Concurso Nacional de Poesía
Ediciones Embalaje-Museo Rayo 2011.
Blog personal: Voces del Silencio:
http://beluesfeminas.blogspot.com
Columna Fractales: Revista digital Panorama Cultural
http://heroinas.blogspot.fr/2015/04/berta-lucia-estrada-estrada.html
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