13 de marzo de 2019

CRÍTICA: Seis hombres una mujer O la metáfora del desamparo. Berta Lucía estrada



Seis hombres una mujer
O la metáfora del desamparo

Berta Lucía estrada


Jerónimo Santos, el personaje central de Seis hombres una mujer, es un derrotado de la vida, náufrago de la existencia. Un hombre atormentado hasta lo indecible que navega, más bien naufraga, por los mares ignotos de la desesperanza, del olvido, de la añoranza, de la morriña. Viaja en pos de una quimera, en pos de una mujer que solo existe en su memoria obnubilada y enfermiza; él la crea y él la destruye, él la posee y a través de él la poseen sus amigos que comparten también su ebriedad. Es un hombre que se deja arrastrar por los convencionalismos de su casta social, la familia, la esposa, los hijos, el puesto de funcionario amargado, el mismo que olvidó sus sueños, que dejó atrás lecturas y autores que en algún momento le abrieron puertas, ventanas que daban al infinito; un infinito que se cerró en una noche sin estrellas y sin luna, la noche de su existencia oscura, carente de sentido y de futuro.
Las mujeres de Pardo son mujeres soñadas, etéreas, invisibles, y aún así dejan una huella indeleble, una huella por la que los hombres que las aman caminan por el resto de sus vidas.
El lenguaje es poético, tiene el sello, la impronta que caracteriza todo el trabajo de Pardo.
Seis hombres una mujer es un libro filosófico. Hurga en el soledad del hombre contemporáneo, del hombre que se sabe solo, de ese hombre que mira la eternidad sabiendo que él es finito; por eso mismo siente la pesadumbre aposentarse en su espalda y hundirlo en la cárcava que es su propia existencia; esa existencia inane, absurda, incoherente, vacía; esa existencia que conduce a la nada y por ende al pavor de saberse mortal y solo en un mundo en el que él no tiene guarida; sabe que el calor de la llama aumenta su frío y que la flama solo alumbra para que penetre más en la oscuridad del desamparo.
Jerónimo Santos, y por supuesto sus compañeros de farra y desventura, es una metáfora del hombre contemporáneo, del hombre que ya no sueña, o si lo hace es a través de la nebulosa del alcohol; como el Cónsul, el alter ego de Malcolm Lowry, en Bajo el volcán, ese otro personaje atormentado y derrotado por la vida, perdido en su propio laberinto; un laberinto sin Dédalo, sin hilos de Ariadna, sin alas para salir volando por alguna ranura.
Y como Lowry, Jerónimo Santos, en compañía de sus amigos, camina como un funámbulo por la cuerda floja, siendo consciente que pronto caerá al vacío, al igual que él su única pértiga son dos botellas de licor, una en cada mano; éstas, en vez de lanzarlo al vacío que tanto anhela, evitan su caída, tal vez porque saben que no hay red que detenga el salto al vacío. No en vano el libro abre con un epígrafe de Walt Withman: Si no me encuentras no te desanimes; si no estoy en aquel sitio búscame en otro. Te espero… en algún sitio estaré esperándote.
Pero, ¿cómo se espera a una sombra? ¿cómo se encuentra a la sombra que alguien ha creado de sí mismo? ¿cómo se materializa la presencia fantasmagórica que un beodo pare para sí mismo? ¿cómo alcanzar los sueños que surgen de las pesadillas del alcohol para luego perderse en la desmemoria, en el olvido?
Podría decirse que Santos es el personaje que más tarde se convertirá en Hendrik Joachim Pfalzgraf, el pianista que llegó de Hamburgo, y por supuesto en Carlos Arturo Aguirre, el carpintero del barrio Egipto. Me refiero a los dos personajes centrales de El pianista que llegó de Hamburgo y La baronesa del circo Atayde, las dos primeras novelas que dan inicio a la saga El quinteto de la frágil memoria. En Santos y sus amigos ya está la simiente de un recuerdo del futuro, léase de un espejismo que dibuja el croquis de la mujer ideal, de la mujer única; esa que solo existe cuando se han bebido varias botellas de alcohol y a las que se acaricia en el duermevela de la dipsomanía, para luego despertar en las mañanas frías en una cama sucia y abandonada hace mucho tiempo por el cuerpo de una mujer cualquiera; porque ya ni siquiera son capaces de ir tras las huellas que las mujeres reales dejan cada noche de desvarío en el pavimento eternamente húmedo de las calles bogotanas. Santos y sus amigos de farra son el alter ego de esos otros dos fracasados y derrotados que aparecerán más de veinte años después en la saga a la que hago referencia.
En otras palabras Jorge Eliécer Pardo logra hacer de su narrativa un universo en el que indaga siempre sobre la fragilidad de la condición humana, sin olvidar por supuesto su marca mayor: reflejar y contar la historia colombiana, al menos la historia que ha sacudido a este país en los últimos sesenta años.
Y es que a través de la metáfora del desamparo, de la soledad, Pardo hurga en el infierno de la violencia social y económica para mostrarnos la violencia que cada ser humano vive al interior de su propia caverna; otra forma de hablarnos del fracaso del ser humano, de su incapacidad de amar y de comunicarse con los otros, sobre todo consigo mismo.
Seis hombres una mujer, es el relato del autoengaño, de ese mar ignoto en el que los seres humanos navegamos creyendo que al día siguiente encontraremos una tabla de salvación, cuando en realidad nos internamos cada vez más en el laberinto de mares insondables, ese mar al que los griegos solían ver a veces como un abismo, como las puertas del averno; allí donde ya no hay más caminos y donde la posibilidad del regreso no existe.




Estudios: Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana; Maestría y Diploma de Estudios Profundos (DEA) en literatura, en la Universidad de la Sorbona (París - Francia); Especialización en Docencia Universitaria en la Universidad de Caldas; Diplomado en Historia y Crítica del arte del Siglo XX y Diplomado en Cultura Latinoamericana.
Librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad.
Nueve libros publicado: La ruta del espejo, poesía, Editions du Cygne (Francia - 2012, en edición bilingüe); Náufraga Perpetua, Ediciones Embalaje - Museo Rayo, 2012; ¡Cuidado! Escritoras a la vista..., ensayo literario sobre la mal llamada literatura de género; ... de ninfas, hadas, gnomos y otros seres fantásticos, Ensayo.
Docente universitaria en las áreas de lengua francesa, literatura hispanoamericana y francófona en la Universidad de Caldas; conferencista internacional y profesora invitada en universidades de Brasil y Panamá.
Ha dado recitales de poesía en Colombia, Brasil, Francia, Panamá, Polonia, Canadá y Alemania.
Integrante de Ia Asociación Canadiense de Hispanistas y del Registro Creativo, fundado por la poeta argentino-canadiense Nela Río.
Premios literarios:
Primer Premio Nacional de Poesía 2011 Meira del Mar, realizado por el Encuentro de Mujeres Poetas de Antioquia, con el libro "Endechas del Último Funámbulo", basado en la vida y obra de Malcolm Lowry. Premio Especial, fuera de concurso, Ediciones Embalaje del Museo Rayo-2010, con el ensayo poético "Náufraga Perpetua", ensayo poético sobre la vida y obra de Virginia Woolf. 2o puesto en el Concurso Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos Reyes-2011. 4o lugar en el XXVII Concurso Nacional de Poesía Ediciones Embalaje-Museo Rayo 2011.
Blog personal: Voces del Silencio: http://beluesfeminas.blogspot.com
Columna Fractales: Revista digital Panorama Cultural
http://heroinas.blogspot.fr/2015/04/berta-lucia-estrada-estrada.html
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