22 de octubre de 2023

ANDRÉS SANTO DOMINGO 

Memoria e inconsciente

Por Jorge Eliécer Pardo

El mundo nuevo, óleo sobre lienzo, 50X50, 2023


La creación es un acto del inconsciente, de los sueños. Como la memoria, el lugar recóndito de nuestras existencias, el inconsciente se convierte en inexpugnables pasadizos que surgen o se profundizan en el momento de la creación artística. Diferente a la obra que brota pretendidamente como experiencia preformada; como en la literatura, la llamaba página en blanco que se llena con la escritura automática, en la pintura la analogía es similar. En la poesía, los signos pueden ser en blanco y negro sin que dejen de parpadear los colores de la experiencia creadora; en la pintura, las gamas y luces se hacen evidentes y, los recónditos lugares de la ensoñación, vuelven a poblar los espacios. Este es el caso que nos sucede frente a los óleos Hábitat, paisaje íntimo, la reciente exposición de Andrés Santo Domingo en la galería Mecánica, taller y laboratorio de arte, de Bogotá.

Cavernas pobladas de intersticios de placer estético. No se pretende buscar escenas de la cotidianidad, esa tendencia proclive a juntar al arte con la realidad. Estos cuadros, de diferentes formatos, no son artificios que camuflan escenas ni manipulan al observador para que ejerza la pareidolia. 

Mundo transformando el colo. öleo sobre lienzo, 50X60, 2023

Una luz, un cerco de piedra, unos manchones diluidos y en movimiento, nos confrontan con el inconsciente, con supuestas regresiones de las que Freud se vanagloriaba desde el psicoanálisis. Podríamos girar el cuadro y, en todos los planos, el espejo de la lejanía nos devuelve a un momento determinado, simbólico, que ha distorsionado el tiempo, a un momento del espacio sin tiempo.

Nuestras vidas van construyendo lo que la memoria destruye y el arte recompone. Los títulos de las obras confirman el discurso de la duermevela y la vigilia. Sí, es el “Nuevo mundo” que no descubrimos sino que emerge como el agua que, presente en gran parte de la exposición, se hace indispensable, como la vida.

El último fuego, Óleo sobre lienzo, 50X50, 2023

El duermevela de estas pinturas habita en el lugar, para muchos sagrado, igualmente imaginario, que el artista llama “alma”. En los boquetes misteriosos en los que Platón reflexionó sobre la realidad del adentro y del afuera, el espectador, que permanece como poseído en los cuadros de Santo Domingo, de igual manera se cuestiona el comienzo y el fin, también, con seguridad, la hecatombe, la destrucción del planeta y, de igual manera de nuestro propio cosmos. Las ciudades imaginadas de Italo Calvino, sumergidas en la cabeza de la diosa griega de la memoria, madre de las musas, que es lo mismo que decir, madre de la creación artística. Los muros y las ruinas que no queremos ver o que no sabemos ver.

El color esquivo y la pintura que chorrea como afluente o esponja en movimiento, testifican que aún hay sol y vida. En estos tiempos de la posmodernidad y la ecocrítica, recorrer el espacio grande (la galería) donde se cuelgan los espacios pequeños (las obras), reconforta al saber que la perfección del arte se encuentra dentro del simbolismo de su propia esencia.

Bogotá, octubre de 2023



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