3 de febrero de 2017

CRÍTICA: Trashumantes de la guerra perdida. Jorge Torres



Trashumantes de la guerra perdida
 Una genealogía para revivir 
la amnesia de un siglo

Por Jorge Torres
Poeta colombiano residente en París, Francia

El libro se iba deslizando hoja por hoja y, cada uno de sus cortos capítulos, dibujaba desde su primera frase: No los persiguen, sólo huyen de la guerra y sus horrores. No cargan los huesos de sus muertos porque quieren borrar las cicatrices de los odios, la historia de una guerra. Continué en mi lectura el viaje por un siglo donde mi imaginario me fue transformando en uno más de los Trashumantes de la guerra perdida; me sumergí en el árbol genealógico que desde sus raíces hasta su fronda lleva la savia de nuestra historia.
La familia Guzmán me fue perteneciendo y, poco a poco, la neblina del olvido comenzó a despejar mi memoria y a sentir como si fuera ayer todas las penurias de una Patria consumida en la violencia y la rapiña.
Un nacimiento meses antes de la Guerra de los Mil Días y otro en el comienzo de la nueva confrontación. Benedicto y Tulita son la raíz de este árbol que lleva la memoria de una multitud que se paseó en la adversidad del siglo XX. Viajes y viajes para huir de la muerte, para encontrar el sosiego y trabajar la tierra; a través de ese voltear las páginas de la novela de Jorge Eliécer Pardo, sentí los aconteceres del país que somos.
Me he sentido rodeado de generales, de sabios de la política, de gamonales de lejanas provincias, he percibido el café arábigo que mutó en caturra y me he sumergido en la dificultad de lograr vivir; he visto el progreso y sus alianzas, he quedado atónito con bandoleros que recuerdan mi infancia; he vuelto a las iglesias, a los confesionarios, he deambulado por campos y pueblos y olido los odios que engendra la política. He visto el cielo poblado de volantes y de aviones mientras los culebreros venden pomadas en los mercados, y en las cantinas se destilan odios políticos y chismes de amor y en las galleras los hombres machos juegan sus existencias mientras campesinos ambulantes recogen cosechas y vencen el miedo de los míticos chusmeros y los hacendados que se enriquecen; he oído juramentos políticos, emboscadas a soldados; agresiones y muertes estudiantiles como las viví en La Nacional; acariciado los frailejones en el camino hacia el Sumapaz y otras cordilleras, ungido de niebla y frío. He visto nacer la resistencia contra el oprobio y en la urbe los refugiados de la provincia escapando de la desolación y en los pueblos la desconfianza en los promeseros. He regresado a mi terruño, visto, revivido, los recuerdos de infancia, adolescencia y, en la madurez, la misma la patria boba que nos llevó a la guerra.
Décadas y décadas como si el tiempo se hubiera detenido y en el escenario de la historia hubiéramos sido condenados a aceptar la muerte prematura. Trashumantes de la guerra perdida, la novela, nuestra realidad, pesadilla de la verdad que va deshierbando la memoria que perdimos.
¿Quién se negaría a pasearse en la comarca de Trashumantes de la Guerra Perdida? Hoy cuando la paz ha llegado al umbral del futuro y es imprescindible saber qué fuimos, dónde vamos, para no repetir la barbarie, nuestra barbarie.

Jorge Torres
Paris 20 de Sep del 2016  

Trashumantes de la guerra perdida, Pijao-Caza de libros, 512 páginas, Bogotá, abril de 2016.


Encuentro del poeta Jorge Torres con Jorge Eliécer Pardo. Paris, agosto de 2016

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search