Jorge Eliécer Pardo
Kafka en la orilla
Huruki Murakami
Esta novela del excelente
escritor de Kioto, 1949, (Tusquets, 2014) narra las aventuras y desventuras de
Kafka, el joven que cambia de piel como
langosta mientras lucha y huye de un padre verdugo (escultor) que, como
oráculo, lanza su profecía edípica: harás
el amor con tu madre y hermana.
La estructura literaria,
columpio de tiempos y lenguajes, parte de un cataclismo, real o surreal, en el
ciclo de guerra, donde una maestra ve horrorizada que, en un paseo a la
montaña, sus niños van desmayándose ante sus ojos. ¿Nueva arma química?
¿Invasión interestelar? Los pequeños van despertando y no recuerdan lo
acontecido. Sólo uno permanece extraviado en el sueño. Meses después despierta y le han robado su capacidad de
leer y escribir y, a cambio, surge su privilegio de hablar con los gatos. Hace
de lo elemental lo grandioso.
Kafka en la orilla, se sustenta en la metáfora, médula fundamental de la poesía en todos
los tiempos. Metáfora y concepto, recipiente vacío y colmado. Cuerda floja de
la belleza que nadie define.
Novela de personajes
inolvidables zurcidos por un autor conocedor de los intríngulis del alma
humana. Protagonistas que avanzan hacia un mismo destino laberíntico sin ayudas
de hilos transparentes. Personajes que se desdoblan y contribuyen, como siguiendo
el mapa del anti-argumento, a las múltiples entradas y fugas de muertes
advertidas. Erotismo, crueldad, novela negra.
Un bibliotecario que encubre
su cuerpo femenino en el hermoso ropaje de un joven sabio que, agazapado en el
música y la literatura, cumple su papel y encuentra su lugar en la memoria de
los libros. Sensualidad del sabor y el cuerpo.
Un camionero elemental a
quien la música clásica, el Trío del
archiduque de Beethoven, hace que vea el mundo diferente y
permite el viaje al lado del viejo que deja de hablar con los gatos.
Seres fantásticos y fantasmagóricos, crueles
unos, angelicales otros, convierten el asunto principal en múltiples, con voces
inquisidoras como la conciencia (El joven Cuervo). Protagonistas deformes,
elásticos, que emergen del hueco oscuro, la boca de otro, y luchan por el
pórtico y la eclosión de un acontecer poco fortuito del espacio universo o la
disputa inconsciente del lector y el viaje, significación, símbolos.
Los pájaros vuelan en toda la novela, cantan,
aletean, presagian, enseñan. Cuervos que auguran abismos. Gatos, perros,
caballas, sanguijuelas, metáforas y conceptos.
Remanso de obra clásica sin aspavientos de
erudición colmada de sabiduría y cultura nipona desde lugares, comidas,
terminologías; contraria a muchos libros referidos al país, el autor mezcla,
con la penetración de la cultura norteamericana en la música, las prendas de
vestir, dichos y comportamientos, la globalización en ésta historia
profundamente japonesa.
Maestro en el diálogo y sus matices, condensado
en el discurso poético y argumental, Murakami nos lleva como la buena música,
por la inasible sensación de lo sublime, el aliento contenido de ser otros
luego de acabar, lograr las últimas líneas: dentro de poco te dormirás. Y,
al despertar, habrás pasado a formar parte de un mundo nuevo.
Bogotá, agosto de 2016
jorgeeliecerpardoescritor@gmail,com
Me alegra saber que Kafka en la orilla, la gran obra de H Murakami, te agradó. Para mí es su obra maestra. Me gustó mucho tu reseña, lograste pasar a través del espejo de Kafka, del video que hablaba con los gatos, del camionero, del bibliotecario que acoge al joven que ha huido de su hogar. Y para los que no han leído la obra les aconsejaría que lo hiciesen a la mayor brevedad, sé que no lo lamentarían. Berta Lucía Estrada
http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2011/05/30/haruki-murakami/
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