17 de marzo de 2010

CRONIQUILLA: Mi retrato, de Jorge Avella




Ahora que estoy instalado en una de las blancas paredes de mi casa-estudio, habito este espacio con un espía, o mejor con el otro, del que habla Jorge Luis Borges. Agradezco esa doble condenación de sombra y reflejo, de atrapado y liberado. Quizá no estaré más solo en mis mañanas y noches de fabulaciones porque “él” guardará mi espalda o saldrá de los ocres a indicar el camino del compromiso con el tiempo. Desdoblado y recompuesto, fragmentado y unido pieza a pieza sobre los límites de la existencia. Cuando se apropió del umbral blanco, Anita, mi fiel empleada, lo oyó hablar y corrió a esconderse en el cuarto de atrás, resguardándose detrás de una de esas olas que no acaban de caer. No fue susto, sólo que me han dicho que cuando los cuadros hablan la persona retratada van a morir, dijo cuando me abrió la puerta. Me llevó para que me pusiera frente a frente con él y esperamos un rato para tener la seguridad de que no volvería a decir nada. Él murmura lo que yo le digo, enfaticé como una manera de hacerla volver a sus oficios. Pero Anita insistía que lo mirara, que estaba moviendo los ojos y la boca. Lo bajamos de la puntilla, lo volteamos al revés y de nuevo lo colgamos haciendo piruetas. Cuando usted se muera, y Dios no lo quiera, si no sacan este cuadro de ahí yo no vuelvo a entrar a este apartamento. Se retiró a dos metros del lienzo y dijo despacio, usted no quiere reconocerle pero mírele la barriga, está respirando. Es el viento que entra por el balcón, le dije. Hace un rato tenía las manos por fuera de los bolsillos del pantalón, insistió. Finalmente volvió a decir que Dios no quiera que se vaya de este mundo sin despedirse.
Apuntes sobre JE Pardo, de Jorge Avella
Realmente estoy atrapado sin que el maestro Jorge Avella me propusiera pactos mefistofélicos porque no cree en el alma y porque todas las tardes las desentrañamos detrás del café late o el capuchino con adición de expreso, en la terraza del Valdés, además la mía poco podría importar a un ex célibe enamorado. Tengo el presentimiento que el Pardo del cuadro es el que quedará si es que el Pardo de la literatura hace un libro que valga la pena.
jorgeeliecerpardoescritor@gmail.com

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