Jorge Eliécer Pardo
“Bohemian rhapsody”
Carlos Orlando Pardo Viña
Pijao Editores-Caza de Libros
(Ibagué, 2015, 135 páginas)
(Ibagué, 2015, 135 páginas)
Seguramente —como el
personaje que viaja en el vértigo del mundo que le toca vivir— el autor sentirá
el mismo vacío en el estómago por ser este su primer libro ambicioso que
muestra al público. Se ve que él y su ficción se la juegan en cada párrafo,
idea o sentimiento. Devenir de una sociedad líquida donde el existencialismo no
se parece al de Albert Camus pero que ahonda, con lenguaje y ritmo de estos
tiempos de la falsa pos-modernidad en la verdadera angustia de los hombres de
todas las épocas.
Suena una canción de
Queen en la voz melosa de Freddy
Mercury. Todo se vuelve gaseoso, repetición de la existencia, pérdida de
identidad, en el entrecruce de falsos valores que regala la red, la web, que
puebla la vida crítica de tantos seres que, rodeados de personas, se hallan
debatiendo su azarosa vida en la pantalla iluminada que cada vez oscurece sus existencias
permeadas.
El lector es señalado o, seguramente,
la segunda persona, ese TÚ que indaga al personaje, es la voz del voyerista de
toda novela. Da intimidad al narrador omnisciente, conciencia, cámara de cine,
testigo, fustigador, juez y parte. El segundo narrador, en tercera persona, se
exhibe adelante del escenario, de cara al público. El Tú se halla tras los
velos, las cortinas, en las claraboyas. Voces de narradores, alternadas,
sincopadas. Conciencia y razón. Cabalgamiento de la misma vida. Literatura,
crónica roja, poesía, sangre, libros, obituarios.
Se nota la intensidad del
periodista que combina, a la manera de Truman Capote, en su clásico texto “Los
asesinos”, la tensión con la psicología de quienes intervienen. Ese, en
principio, uno de los méritos de la novela. Ritmo de la respiración con
anti-ritmo del devenir. Velocidad y abulia.
Vacuo el mundo de afuera,
vacuo el mundo de adentro, vacío el protagonista, vacío el lector que se
enfrenta a lo inasible, poblada la argumentación que avanza, tácitamente a
grandes pasos, mientras el otro, el invisible lector-testigo, debe suspender la
lectura para confrontarse en ese espejo que, a pesar de ser de un hombre particular,
alarga su tentáculo a los demás congéneres del siglo XXI que son los mismos de
todos los momentos de la historia, con diferentes tecnologías, bares y
canciones, jazz, boleros, amores y frustraciones.
Rescata niveles de lenguaje
coloquial en momentos que dan al recuerdo regocijo. Treguas igualmente
retorcidas que alimentan el foco psicológico del héroe, anti-héroe.
Una novela con varias capas
de lectura, lo que los entendidos llaman polisemia, textos subyacentes, comilona
de alcachofa, mensajes que remiten a la música y la literatura, rescate de Cortázar,
discusión sobre William Ospina…
“… tú eres un fantasma que no
recordará haber muerto…”
Las páginas en blanco se han desbordado
con Bohemian rhapsody, Mercury, “… estás
cubierto de mierda…”, muertes y corrupción. Lleno de soledad, cerca al
suicidio, suicidio de la ciudad, suicidio de la literatura, con miedo al
ausente, a Bucovski quizás.
Muchas reflexiones suscita
este libro triunfador de Carlos Pardo Viña, por su buena escritura, su
precipitad al abismo, al hueco negro. El lector quedará apresado y, en muchos
momentos, cerrará el libro para cuestionar su propia y caótica vida.
Jorge Eliécer Pardo
Bogotá, marzo de 2015
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