22 de diciembre de 2010

CRONIQUILLAS: Los adelantados de Carlos Orlando Pardo




Los Adelantados según mi hermano Carlos Orlando, son notas sobre sus amigos queridos que han muerto. Sentidas y profundas donde destaca no sólo la personalidad de ellos sino su quehacer en el mundo.


Carlos Orlando Pardo

Este el contenido:

1.- Los amigos muertos

Mirando el desorden de mi biblioteca, esa noche pensé en el desfile de mis amigos muertos. Busqué en el único lugar donde el tiempo se detiene que es la fotografía, como dice García Márquez y allí, aguardando seguramente mi visita, parecían estar todos con su sonrisa de entonces llegándome como una brisa refrescante pero también, no podría ser de otra manera, despertándome la nostalgia dolorosa que se carga por los amores desaparecidos. Fue fácil reconstruir aquellas reuniones junto a quienes se habían marchado para siempre y que no pocas veces examinaba para no olvidar sus rostros y sentir la alegría de años en su compañía. Para entonces, también, no faltó nunca la tristeza por su partida de este mundo y sobre todo antes de tiempo por las enfermedades súbitas y las muertes sorpresivas. Conservé, para mi dicha, varios archivos donde aparecían dando declaraciones sobre el oficio de escribir y conversando de la vida como si estuvieran vivos.

La cita de cada cierto tiempo cuando me era posible regresar sobre mí mismo terminaba siendo un bálsamo y un homenaje a su memoria y repasé esa noche sin afán todas aquellas fotos y videos para no dejar que ninguno terminara muriéndose del todo. Especulé qué pensarían si fuera cierta la historia de que uno puede ver y oír después de ido. Lo claro fue cómo, si así como dicen que llegado el momento de la muerte desfilan en esos instantes todos los actos de la vida, también existen otras horas donde el tesoro del afecto surge como un grato paisaje todo junto. Como dando vueltas por el mismo sitio, seguí de todas maneras con el sentimiento de tristeza por la pérdida irreparable de seres maravillosos y pensé que algo debía hacer con la nostalgia que dejan como traje por la falta que hacen y cómo si bien era cierto habían partido, aún atesoraba sus rostros, sus sonrisas, el tono de sus voces, las historias con ellos conllevadas, sus fotos en mi álbum, su bondad esparcida como el trigo. Pensé en el testimonio sobre cada uno y largo sería nombrarlos, hasta que otra noche, por casualidad, regresé al archivo donde conservo notas publicadas a lo largo de años. En un breve repaso, como penetrando en el túnel del tiempo, advertí sin esfuerzo que tenía reunido el testimonio de cuando tuve que acercarme a esas horas dolorosas. Renové la tristeza y volví a revivirlos en la memoria y el afecto como si me hablaran de nuevo y como si la vida con ellos empezara otra vez. Ahí de manera inopinada se encontraba el libro y con él se que estarán nuevamente conmigo llevando entre sus manos inasibles una copa de vino para el brindis. Fueron no sólo vecinos a mi alma sino que compartieron los sueños hasta la madrugada, comentamos los libros y la vida y hasta íbamos con ellos a los cementerios a visitar la tumbas de los adelantados.
Evocando cómo no hay mañana que deje de convertirse en ayer ni minuto que no empiece a ser parte de la eternidad, entendí de qué manera todos ellos, con mayor o menor intensidad, dejaron una huella indeleble en mi vida, pero en esencia la alegría de haber tenido el privilegio de compartirlos. Ese traje de aquellas horas donde la tristeza del corazón elevó sus banderas, me arrancó el propósito de publicar este libro. Se trata de figuras públicas, en su inmensa mayoría artistas y escritores, lo que abre una oportunidad para volver sobre sus existencias, usualmente construidas bajo el fragor de las luchas y los sueños. Pertenecen al imaginario colectivo porque lograron instalarse en el sentimiento de la gente que escuchó sus canciones, presenció sus obras o leyó sus libros.
Había escuchado a la abuela diciendo desde su mecedora que quien tiene larga vida tiene larga pena. No son todavía muchos los años en la mía, pero cargo como un fardo doloroso la ausencia de quienes comenzaron a marcharse para siempre. Inclusive menciono pueblos y lugares desaparecidos que sólo resucitan en el fondo de la memoria. Ahí queda el sabor de su ausencia como una torre levantada dentro del sentimiento lastimado.
Selecciono algunos de los textos que publiqué entonces y los dejo escritos aquí como una manera de ver prolongada su presencia. Fueron notas hechas al ritmo del dolor como si en cada palabra buscara un exorcismo para aliviar la herida. No son un canto a la muerte sino a la vida y una evocación a la amistad. De pronto, tras innumerables noches de música y bohemia, todo parece interrumpirse. Es como si empezara a ingresar hacia un luminoso conjunto de alegrías que van escondiéndose en forma irremediable y me mostraran de manera simple la fragilidad de la existencia. Entonces lo débil del ser queda cubriendo el paisaje y despistados ante lo incierto del mañana corremos a refugiarnos en el pretérito para saborear que hemos vivido y en el presente para palpar que aún estamos vivos frente a la claridad que deja el sol en la llanura. En el laberinto del pretérito nos tropezamos con tantos días y años reuniéndose en un solo instante para dispararse como un chorro imparable. No somos más que el camino recorrido ni menos que los sueños alcanzados. Apenas el relámpago porque son pocos los que alcanzan a ser una tormenta. Y simples llamas al viento que el viento apaga como diría el poeta.
Nada pertenece a la durabilidad y todo pareciera vano salvo el haber gozado de los instantes donde la satisfacción de compartir la amistad deja un grato sabor entre los labios. La eternidad apenas se abre como un gran abismo que nos consume a todos luego de haber sido tan sólo huéspedes de la existencia, aunque sin el tormento de los personajes de Dante que no tienen la esperanza de morir. Sin embargo, la muerte causa miedo cuando toca a la puerta y nosotros creemos que aún no es el tiempo preciso ni adecuado porque tememos a esa oscuridad definitiva, a esas playas eternas y aún no contamos con la convicción de algunos que dicen que morir es dormirse entre los hombres y despertar entre los ángeles. Leí en alguna parte que la muerte no es tan buena o si no por qué los dioses eran inmortales.
No tenían mis amigos fallecidos sino la muerte en acecho mientras los exámenes y el temor guardado por las enfermedades los aguardaban a la puerta del consultorio de los médicos. Nada podría decirse de su partida como un descanso ni como la única seguridad porque nunca hicieron un pacto con la muerte sino con la vida plena en mitad de los libros, la música, la bohemia, el periodismo y el amor bajo los resplandores de la carne y el espíritu. Era como si el día del fin cabalgara demasiado lento y solo se instalaran sus sonrisas, su corazón y sus melodías en el alma de quienes gozamos parte de sus días y sus noches. Se fueron al lugar donde afirman que nadie regresa así no murieran del todo por la memoria que perdura y como si se nos recordara que no estamos exentos del fin y que la fábula de la vida siempre tiene un adiós definitivo. Nadie puede escaparse a un proverbio que reza cómo, uno debe dormir con el pensamiento de la muerte y levantarse con el pensamiento de que la vida es corta. De todos modos, antes de iniciar la tarea de este libro, me acordé de una frase de García Márquez que siempre me ha gustado y que afirma que él escribe para que los amigos lo quieran más. Para este caso y parodiando, me dediqué a terminarlo cuando antes para querer más a mis amigos.
Ibagué, Nuevo Rincón Santo, noviembre 25 de 2010



2.- Darío Ortiz Vidales: el memorioso memorable
El Tolima guardó luto cuando se apagó la memoria de quien fuera una autoridad en el campo de la historia o la academia, en la política o el periodismo, en la novela o la crónica, en la trashumancia y en la bohemia, en la polémica y la fraternidad, en la amistad y en la tertulia, en la estrategia y en la evocación...(sigue en el libro que se encuentra al final)


3.- Eligio García y la ceremonia del adiós
Fue en Londres donde conocí a Eligio García en la primavera de 1980. Durante los pocos días de mi estancia en Inglaterra compartimos varias tardes en los bares alrededor del tema de la literatura y de la vida y hablábamos entonces de contar por lo menos con medio siglo por delante para cumplir con parte de los sueños...


4.- Mis días en blanco sin Hugo Ruiz
Nada más aleccionador que el ejemplo del escritor Hugo Ruiz frente a las noticias dadas por los médicos sobre la proximidad de su muerte. Recibió el anuncio de los especialistas en cáncer con una tranquilidad pasmosa como si alguien le dijera de un dolor pasajero y sin arrepentirse ni un minuto de haber fumado incansable por más de medio siglo porque había disfrutado con sus cigarrillos hasta la saciedad...


5.- Jorge Ernesto Leyva, entre el amor y la partida
La muerte que nunca está de vacaciones y jamás se permite una siesta, termina arropando tarde que temprano a los seres queridos. Y en muy poco tiempo ha cumplido sus pasos arrastrando hasta sus fauces a no pocos escritores y artistas tolimenses. Ahí no más están los casos recientes de los inolvidables Hugo Ruiz y José Faxir Sánchez, para llevarse ahora al poeta Jorge Ernesto Leyva...


6.- José Faxir se quedó para siempre
Fue proverbial la multitudinaria presencia de cuerpo y corazón que el pueblo tolimense le rindiera a nuestro popular cantautor José Faxir Sánchez. Su partida inesperada y que se recibió con sorpresa y dolor colectivo, es una prueba más de cómo la gente quiere a sus artistas y de qué manera logró él, a lo largo de no muchos años, entronizarse en el alma de personas de diversos estratos, todo hasta el punto en que varias de sus canciones han llegado a convertirse en himnos...


7.- Las vidas de Ignacio Ramírez
Este año que agoniza nos deja varias tristezas en el alma con la distancia grande de amigos entrañables. Ya he dicho en otras ocasiones que uno se prepara para vivir y gozar la vida con los amigos pero no para sufrir su ausencia con la muerte...

8. El canto de la tierra con Alberto Machado
A los 92 años se paralizó para siempre el corazón de un persistente poeta del Líbano que había alcanzado prestigio nacional con Los peregrinos de la muerte, una novela que fuera finalista en el desaparecido y famoso premio Esso. Su probada resistencia en la literatura lo llevó a convertirse en el más veterano y sencillo escritor del Tolima que una buena tarde, tras haber sido promotor nacional de cultura y capacitación en el ministerio de Jorge Eliécer Gaitán, regresó a su tierra para nunca más salir de ella, desde donde fuera colaborador de periódicos como El Tiempo o Voz del Norte entre los muchos medios que tuvieron el honor de su pluma versátil y su pensamiento crítico y agudo.


9.- Eutiquio Leal después de la noche
Llegó esa tarde con la sonrisa amplia y las palabras gratas que refrescaban aquel día, pocas horas antes de celebrar mis primeros cincuenta años. Era excepcional que no viajara a las convocatorias de los amigos porque su actitud solidaria estaba a toda prueba. Lo noté demasiado delgado cuando le di mi abrazo, pero nada hacía suponer que la muerte corriera de prisa por sus venas...

10.- La eterna novia de Ibagué
El viaje definitivo que de su amada Ibagué emprendió Leonor Buenaventura de Valencia el sábado pasado, dejó la certidumbre de una tristeza colectiva y la seguridad de saber que su largo y fructífero tránsito por la existencia no tuvo nada vano. Con la transparencia de su ser sencillo y de su talento maravilloso puesto al servicio del amor a los suyos y a su tierra, nos acostumbramos a contemplarla como parte esencial del paisaje ibaguereño, a entender cada vez el virtuosismo de su vida y a saborear siempre emocionados sus canciones, el ritmo de su piano, las letras con su eterno ritmo de poemas y la capacidad para pasearse entre el bambuco o el bolero, la tonada festiva y romántica, el paisaje engrandecido con su corazón generoso y las historias sentimentales de sus canciones vueltas himnos en las voces de infantes y mayores.

11.- Jaime Pava Navarro y el arte de vivir
La suma total de la vida y de la muerte de Jaime Pava Navarro, entrañable amigo y tolimense paradigmático, nos deja el grato balance de contemplar la existencia de un luchador de tiempo completo a quien el triunfo no le fue casi nunca esquivo y para quien la alegría era el común denominador de sus momentos. Conservó siempre la esperanza como el sueño de un hombre despierto y no construyó ningún refugio diferente a la casa grande de su tierra que lo miró con definida admiración...

12.- Pacho Peñaloza en el territorio de lo popular
Si a alguien debe Ibagué y el departamento buena parte de su desarrollo es a Pacho Peñaloza, a quien con justicia califiqué en mi libro Hazañas Tolimenses como el ejecutivo del siglo XX. Su nombre y su obra queda en cada recodo de nuestra región generando un ejemplo práctico frente a muchos otros. Todos nuestros sueños en materia de infraestructura fueron cumplidos uno a uno a lo largo y ancho de nuestra geografía y por ello debemos a Pacho Peñaloza un continuo reconocimiento.

13.- José Ignacio Arciniegas en la historia
Perteneció a esa vibrante generación de periodistas que tuvo siempre pasión encabritada por su oficio. Aquella que como la de Agustín Angarita asumió ferviente disciplina para aprender a diario y que se forjó en los campos de la práctica por encima de las especulaciones. Sus compañeros de oficio son ya un grupo ejemplar diezmado por la muerte, unos entusiastas autodidactas que se metieron tanto en el estudio de su región y de su país que terminaron siendo historiadores...

14.- Amina Melendro y su ejemplo admirable
Aunque ya estaba retirada de la vida académica y de la vida pública desde varios años atrás cuando la sorprendió la muerte al borde de cumplir un siglo de existencia, Amina Melendro de Pulecio continuaba y continuará vigente en la historia vital del Tolima por las acciones emprendidas a lo largo de todo su periplo. Como los muertos hablan por lo que construyeron en su vida, ella perpetúa su palabra y su memoria de una manera contundente...


15.- Punto de encuentro con Orlando Sierra
Conocí a Orlando Sierra, el inmolado subdirector del diario La Patria, de Manizales, cuando acababa de terminar su bachillerato. Antes de ingresar a estudiar filosofía en la Universidad de Caldas, decidió recorrer el país de punta a punta. Llegó a mi casa en Ibagué y como saludo, soltó de memoria uno de mis cuentos de principio a fin...


16.- El gordo Jorge Valderrama se despidió de pronto
Un infarto fulminante sorprendió al gordo Valderrama en Bucaramanga, la ciudad donde vivió buena parte de su vida. Era un escritor ibaguereño de aquellos que no especulan sino trabaja y un activista cultural que envidiaría cualquier ciudad del mundo. Durante más de una década dirigió el suplemento dominical del diario Vanguardia, considerado el mejor del país en su momento, pero también se dedicó a fundar y dirigir la biblioteca municipal Gabriel Turbay, de gran importancia nacional...


17.- Armero 25 años después
Cómo olvidarnos de la muerte de Armero. Cada trece de noviembre a los sobrevivientes les parecía ver de nuevo estremecerse la tierra por el estallido del volcán y sentir que otra vez, el cráter Arenas del Nevado del Ruiz, expulsaba por su boca de dragón la lava y la ceniza que producirían la avalancha gigantesca. La persistente lluvia de ceniza que los arropaba desde las tres de la tarde, no era el simple material rocoso pulverizado, sino una advertencia preocupante...


18.- Nos quedamos sin Niño Jesús
Esa tarde en Arte y Café el maestro Jesús Niño Botía cerró con el escritor Hugo Ruiz un pacto memorable. El pintor había estado preso antes de nacer, puesto que su madre embarazada fue detenida al estrellar desde un segundo piso una matera sobre la cabeza de la amante de su esposo. Por ahí debía comenzar la historia del artista que escribiría Hugo Ruiz en un plazo no mayor a los tres meses...


19.- El tigre Alberto Duque terminó su película
Germán Santamaría me había dicho por teléfono, con voz preocupada, que aquel amigo entrañable que nunca se enfermó estaba al borde de la muerte. Todo fue muy rápido. Había regresado de Nueva York donde compartió con su hija y con su nieto, pero también donde miraba las películas que aún no habían llegado. Siempre lo hizo y no pocas veces tuve el privilegio de estar al lado suyo en proyecciones que sólo hacían a los críticos y de gozar sus aventuras y sus comentarios cada vez que regresaba del festival de san Sebastian adonde fue por casi veinte años...


20.- Jorge Eliécer Barbosa y las venas abiertas de Ibagué
El 11 de mayo de 2010 murió Jorge Eliécer Barbosa Ospina, uno de los más grandes en la historia del periodismo regional. No dejó sólo el amargo sabor de su ausencia sino la grata enseñanza de su ejemplo. Con su partida, se privó al Tolima de su voz y sus luces, su palabra luminosa y oportuna, su evocación afortunada, su ejemplo de estudioso en jornada continua como devorador de libros y la encarnación paradigmática de una ética profesional que para hoy surge apenas como un recuerdo...

21.- 18 años sin Néstor Madrid Malo
Fue alrededor de Café literario, una revista inolvidable que mantuvo a lo largo de no pocos años, donde pudimos estar cerca de su generosa manera de ser y a una simpatía que nos dejaba olvidar sus cargos de gobernador o de notario, de político en vacaciones o de estudioso de la Constitución, de catedrático o de historiador apasionado. Porque por encima de los oficios que tuvo que desempeñar para vivir, era, en esencia, un enamorado indeclinable de la literatura y un juicioso analista de nuestro pasado...

22.- La resurrección de Raquel Bocanegra de Galviz
A lo largo de no pocos años, Raquel Bocanegra de Galviz se empeñó en dejar testimonio de su ser sensitivo y romántico regado por centenares de páginas hasta los días aciagos de su última etapa. Quedaron todos aquellos papeles conservados celosamente por su hija en antiguas gavetas aguardando su resurrección, hasta ahora que ella, devota de su vida y de su obra, decidió darles nueva supervivencia con la publicación de un sugerente libro de poemas con acierto titulado Bajo las alas del tiempo...

23.- Pedro María Idrobo entre la acción iluminada
Existen quienes, luego de atravesar la puerta hacia la eternidad, dejan una huella de tal categoría en el espíritu de sus congéneres, que los mantiene vivos, sin remedio. Es lo que ocurre con el siempre amado padre Idrobo, cuya sonrisa grande y su palabra fácil iluminan aún el entorno, a pesar de las especulaciones tejidas con motivo de su última noche...


24.- Tafur desembarca de nuevo
Con tan sólo 47 años se extinguió en Neiva donde había nacido, la vida de Humberto Tafur Charry, un huilense del Tolima como el mismo Benhur Sánchez o Rodrigo Silva. Pocos días antes de morir y sin que aquella idea se nos fuera a cruzar por la cabeza, fuimos a la capital opita a visitarlo gozando con él en la clínica donde se recuperaba de una cirugía de vesícula. Acababa de terminar su novela El desembarco y colocándose con agilidad sus gafas de lente grueso, nos leyó dos breves capítulos despertando en nosotros no oculta hilaridad y simpatía por el humor que siempre manejaba y por el enfoque maestro de la mejor literatura picaresca...

25.- Pedro J Ramos, habitante de la presencia
Aquella noche en el teatro Tolima todos estábamos de pie ondeando pañuelos blancos para expresarle nuestro afecto. Sus canciones habían impregnado de calor el ambiente como sacudiendo las cuerdas del alma y él allá, en el escenario, rodeado de músicos, también mecía su pañuelo despidiéndose de su pueblo que en ese instante entonaba Vivirás mi Tolima. Ninguno ignoraba que sería la última vez para aplaudirlo y abrazarlo porque la sentencia de muerte por el cáncer estaba por cumplirse...

26.- Un adiós a Rincón Santo
La casa quedaba en el recuerdo con todas sus cosas intactas, con sus corredores recién barridos, con sus matas florecientes, con el olor agradable de la cocina, la lavanda de los baños, las lámparas colocadas por mamá con su ternura de todos los días, con sus jardines exteriores y las camas recién tendidas. La casa, al mirarla en su espacio de tantos años ya no era la casa sino una clínica, pero nada importaba lo que estaba allí sino lo que realmente estuvo en nuestras vidas a lo largo de tantos años juntos, de tantos días y tantas noches tejiendo la urdimbre de las ilusiones y las esperanzas que una tarde llegaron para nuestra dicha...

27.-Luis Alberto Gamboa y la casa eterna
No es nada fácil permanecer vigente durante más de medio siglo en el ejercicio de un liderazgo como el del magisterio. Esta hazaña sólo podría concebirse en un temperamento y en un espíritu como el de Luis Alberto Gamboa que acaba de marcharse de éste mundo. Desde tiempos tempranos lo vimos recorrer de manera incansable todos y cada uno de los municipios de la tierra con el propósito de unir fuerzas, levantar banderas, buscar reivindicaciones y clamar protestas contra la injusticia social. Aún ya agotado por el peso de los años y las enfermedades que el tiempo trae consigo sin remedio, Gamboa no dejó un instante la trinchera ni la lucha...

28.- El tío Álvaro me visitó a media noche
El tío Álvaro me despertó hacia las tres de la mañana. Tenía largo tiempo sin hablar con él y siempre de manera inútil en mi agenda se quedaba pendiente la visita. Durante los últimos dos años no fueron pocas las veces en que lo pensaba y tenía la seguridad de su sonrisa amplia cuando me viera llegar, abrazarlo con cuidado por los aparatos de la diálisis que lo acompañaban de meses atrás y con el rostro pálido que me anunciaron lo cubría...


29.- Diego Fallon a cien años de su muerte
Hace apenas 171 años nacía en la población de Santa Ana el más importante poeta que tuvo el Tolima para Colombia para entonces y hace justamente un siglo que moría en Bogotá durante la noche del 13 de agosto de 1905. Este hombre sencillo como deberían serlo todos los seres dedicados a la poesía y al humanismo, ejerció la docencia por más de 40 años dictando música e idiomas y fue el más sobresaliente ejemplo de transición entre el romanticismo y el modernismo en el país...

30.- El infierno y la gloria de Martín Pomala
El poeta que nació en una choza de Ataco en medio de una atmósfera polvorienta donde el calor adormece, fue hijo de una humilde campesina descendiente de los Pijaos y se levantó en medio de la pobreza y el desamparo, pero de acuerdo a su más intenso biógrafo, José Antonio Vergel, ocupó desde los bancos de la escuela primaria siempre el primer lugar...

31.- El centenario de Germán Pardo García
El poeta Germán Pardo García sólo estuvo en tres ocasiones bajo el cielo de Ibagué. El tiempo de su nacimiento cuando su padre era el Presidente del Tribunal Administrativo del Tolima como magistrado, la vez que viajó siendo muy joven a conocer el casi diminuto ataúd en que iban a enterrarlo y la mañana en que llegó por última vez envuelto en un pequeño osario convertido en un montículo reducido de cenizas...


32.- El regreso de Roberto Ruiz Rojas
Roberto Ruiz regresa tras cuarenta años de su muerte cuando por Colombia y algunos países de América Latina comenzó a circular su breve novela Beekland 2-71 que está incluida en la colección 50 novelas colombianas y una pintada de Pijao Editores y Caza de Libros. Este homenaje a una de las plumas más prolíficas del Tolima a pesar de su temprana muerte por un trágico accidente el 19 de julio de 1968 en Ibagué, donde había nacido en 1938, retorna a una obra que en su tiempo fuera reconocida...

33.- Memorias de un combatiente
Aquella mañana llegué en compañía de mi sobrino Oscar Viña a realizar un reportaje concertado. La directora del colegio pasó indiferente sin mirarnos como si no hubiera compartido con ella y su marido muchas tertulias cuando él vivía. La dejé completar sus oficios manteniendo paciencia hasta que de pronto se paró y me dijo: estoy muy disgustada con usted porque es el culpable de la muerte de mi esposo. Lo tomé como una broma de mal gusto hasta que ya en su oficina terminó explicándome, sin la seriedad de antes, que mi noticia para el coronel sobre que iba a reeditar el libro de sus memorias lo emocionó tanto que tuvo un infarto fulminante...


Unknown dijo...

Lo siento pero no murio en el 68. fue mucho despues. yo calculo que fue entre el 73 y 75. enel 68 yo tenia 5 anos. Cuando mi tio murio ya me tomaba una que otra fria.

Unknown dijo...

Y no fue un tragico accidente Fue un asesinato. Ojala que ese HP haya sufrido toda su hp vida. Y mas las grocerias que lo enviaron. Todavia les arde el c cuando lo recuerdan por que no tuvo pelos en la lengua para decir lo que era.
Te extrano viejo KinKas.

Charlie Brown. Saludes al viejo Willie.

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